Por: Haydée Perdomo
Quiero hablarles sobre lo que padres presentes han hecho en mi vida para resaltar la importancia de su presencia. Mis padres fueron muy responsables al brindarme atención, prioridades y respeto desde niña. Recuerdo que en cuarto grado, una maestra de la escuela me dijo que quería adoptarme, una propuesta que por supuesto no agradó a mis padres. A pesar de tener siete hermanos más, siempre encontraban tiempo para cada uno de nosotros, lo que nos brindaba salud mental y espiritual; rara vez faltábamos a la Iglesia Cristiana. Así que de inmediato la respuesta a la maestra fue un rotundo no. La dedicación de mis padres no solo me dio un sentido de seguridad, sino que también cultivó en mí una profunda valoración por la familia y la fe.
Su presencia constante me enseñó la importancia de estar allí para los demás, y esa lección ha guiado mi vida. Mis padres siempre me apoyaron, incluso en mis aptitudes artísticas. Recuerdo que, a los doce años, participé en un concurso bailable de disfraces. Vestida de coneja, competí con otros niños que lucían trajes muy divertidos. Al final, solo quedé yo y un disfraz de gorila, ¡y logré el primer lugar! Desde entonces, un tío me ha llamado cariñosamente "Coneja". Mi familia siempre me admiró por mis aptitudes. En séptimo grado, participé en un concurso de oratoria en el Teatro Nacional de San Salvador y obtuve el primer premio. Agradezco a Dios por los dones y talentos que me ha dado, así como por los padres que siempre me han apoyado en mis planes y proyectos.
A los diecisiete años, recibí una beca de la iglesia para estudiar teología en la ciudad de Guatemala, internándome en el Instituto Bíblico Nazareno. Junto a mí, cuatro señoritas más también fueron becadas. A pesar de que el viaje hasta allí era de dos días en bus, mi padre me visitó con uno de mis hermanos.
Al graduarme en educación cristiana y regresar a El Salvador, nuestros amorosos misioneros, Don Lorenzo y Doña Eunice Bryant, me asignaron, junto con mi amiga Morena Lemus, quien también estudió teología, a visitar todas las Iglesias del Nazareno para impartir clases bíblicas a los niños. Para mí, fue una gran bendición y una honra para mis padres que pudiera desarrollar mi vocación como misionera cristiana.
Posteriormente, ya como esposa y madre, continué mis estudios en teología, obteniendo una licenciatura. Ahora, a mis 68 años, sigo apoyando el ministerio pastoral de mi esposo, Freddy Perdomo, como misionera. Doy gracias a Dios por Jesucristo, mi Salvador, y por los padres que me ha dado. Gracias a ellos, quienes pusieron las bases en mi niñez, he llegado hasta donde estoy.
Antes de partir al cielo hace veinte años, mi padre me expresó lo honrado que se sentía al ver mi desempeño en la vida. Mi madre, que todavía está con nosotros gracias a Dios, se siente plena por el trabajo que ha realizado como madre, maestra y mi mejor amiga, lo cual ha sido fundamental en mi desarrollo personal y espiritual. Animo a los padres a ver a sus hijos como diamantes que necesitan ser pulidos con amor y respeto, guiándolos no solo en su educación secular, sino también en su desarrollo espiritual, pues en un mundo lleno de desafíos, la orientación adecuada puede marcar la diferencia en sus vidas.
Como dice Proverbios 22:6: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo, no se apartará de el" lo que subraya la importancia de sembrar semillas de sabiduría y valores desde la infancia. La labor de ser papá y mamá es la más noble e importante de la vida, ya que al cultivar un ambiente de amor y comprensión, se establece una base sólida sobre la cual los hijos pueden construir su futuro; además, cada pequeño esfuerzo cuenta y se multiplica a lo largo de los años, creando un legado que perdurará en el tiempo. ¡Bendiciones!
Tres consejos para fomentar la autoestima en los hijos y estar presentes como padres:
- Llevarlos a la Iglesia y hablarles de Dios: Involucra a tus hijos en actividades infantiles de la iglesia, enséñales sobre la fe.
- Escuchar y Comunicación: Dedica tiempo a escuchar a tus hijos sin interrupciones. Pregúntales sobre su día, sus intereses y preocupaciones.
- Elogios constructivos: Reconoce sus esfuerzos y logros, no solo sus resultados.
Salmo 127:3: "Los hijos son herencia de Jehová; cosa de estima el fruto del vientre."